Decisión, decidir. ¿Cómo una palabra puede implicar tanto? Bueno, no es la única, ¿verdad? En realidad seguramente la mayoría de las palabras que empleamos habitualmente tienen más significado del que somos capaces de entender. Sin embargo ésta en concreto afecta directamente a nuestra vida, a lo que es y lo que será, y según como se miré, también afecta a lo que fuimos, o más concretamente a la visión que podamos tener en un momento concreto de lo que fuimos.
A lo largo del día tomamos mil decisiones que sin saberlo pueden estar marcando el rumbo del resto del camino...Cada vez que me paro a pensar eso me maravillo y me asusto también de las implicaciones que pudiera tener. Muchas de ellas pueden parecer simples, sencillas, sin nada complejo tras ellas, pero en realidad ocultan un mundo. Otras que parecen complejas quizá sean más fáciles de lo que pensamos. Y la pregunta maldita, la que alguna vez nos ronda como un fantasma : ¿He elegido bien? ¿He hecho lo correcto? ¿De la otra manera hubiera sido mejor? Bueno, es difícil saber con certeza si la decisión tomada es la correcta o no, nunca pueden predecirse todas las consecuencias de una acción, sin embargo tampoco se puede vivir con el miedo y el fantasma de la duda. Una vez tomada la decisión no hay vuelta atrás. Quizá, si se ha cometido un error, pueda enmendarse, pero las consecuencias de dicha acción sucederán traten de evitarse o no, aun llevando a cabo otra acción para evitar las consecuencias, ya que esta a su vez tendrá las suyas... Un poco confuso, ¿no?
Tampoco podemos meditar cada mínima decisión durante horas, no viviríamos. Ante el miedo de equivocarnos en la vida acabaríamos por desperdiciarla. Esto no implica no tomarse el tiempo suficiente si así lo consideramos. Si fueramos de cabeza por la vida tendríamos que tener mucha suerte para evitar problemas.
La única posibilidad para no volverse loco y no liarla por el camino seguramente sea ser uno mismo, a fin de cuentas se trata de nuestra vida. Y si cometemos un error siempre podemos consolarnos pensando que hemos intentado hacer las cosas bien, hemos aprendido de ese fallo y la próxima vez que la vida nos ponga frente a una situación como esa sabremos cómo actuar. Y si aun así volvemos a cometer el mismo error (ya dicen que solo el ser humano tropieza dos veces con la misma piedra), podemos seguir adelante diciéndonos que vivir implica decidir, mejor o peor. En alguna de estas conseguiremos sortear algunas piedras del camino.
domingo, 22 de enero de 2012
domingo, 1 de enero de 2012
Filosofía y Ciencia
En general, la filosofía y la ciencia se encuentran fuertemente ligadas. La filosofía, a mi modo de ver, sirve para dar contexto a la ciencia, para, apoyándose en los descubrimientos de ésta, comparándolos y mezclándolos entre sus distintas ramas, ofrecernos una visión del mundo en conjunto.
Sobre todo para poder intuir, de alguna manera, aquellas figuras que parecen, casi por definición, esquivas e incomprensibles a ojos de la ciencia.
Y sin embargo, es la más desprestigiada e ignorada de las doctrinas. No solo no tiene el prestigio de cualquier otra ciencia, sino que cada vez tiene menos estudiosos y produce menos avances. Observamos en este mundo como el arte es reconocido, y como la ciencia avanza a pasos agigantados. Pero no oímos hablar de la filosofía.
Bien, el problema de la filosofía es en realidad simple (creo). Se trata de un problema de actitud.
Muchos ha dicho que el problema era la no utilidad de la filosofía. Y sin embargo el arte crece y se vuelve popular, siendo aun más inútil (con todo mi respeto).
No, es un problema de actitud. De la manera en la que desarrollamos la filosofía. Mientras que construimos la ciencia de manera "convergente", la filosofía se trabaja de forma "divergente". Me explico.
Cuando en ciencia alguien quiere realizar un estudio sobre un tema, primero se informa de los descubrimientos pasados relativos a la materia. Busca una zona "libre", donde no se haya estudiado, o donde el estudio sea poco relevante o de dudosa validez, y trabaja en ese fragmento, desarrollando su nueva teoría. Trabaja en base a lo que hicieron otros, con la confianza de que sus estudios eran correctos. Y como siempre hay alguien revisando también estos estudios, se tiene una base sólida sobre la que construir sólidamente.
Se avanza.
En filosofía, lamentablemente, la metodología es radicalmente distinta. Estudiamos la filosofía centrados, siempre, en las diferencias entre las filosofías de distintos autores. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, extrapolamos este sistema también a la creación, y aquí tenemos el anunciado problema.
Encontramos el orgullo en hacer una filosofía distinta, diferente y opuesta a la de otro, en vez de basarnos en sus ideas o revisarlas. Creamos teorías divergentes y contradictorias con lo ya establecido. Construimos nuevos cimientos constantemente, y en pocas ocasiones avanzamos sobre los cimientos ya existentes.
No avanzamos.
No sé si hay esperanza, si podemos cambiar esto. Confiar en las teorías de otra persona, cuando no tenemos pruebas de que sean correctas (porque no tiene sentido que las haya, por otra parte) es complicado. Pero lo que está matando a la filosofía, en mi humilde opinión, es el hecho de tener que redescubrir siempre todo por nosotros mismos. De no tener un abc que mostrar a la gente, una base sobre la que edificar el gran conocimiento del ser humano, sobre la que preguntarnos y respondernos, sobre la que avanzar.
Espero que algún día esto cambie. Sea porque cambiemos de actitud, y empecemos a apreciar más las ideas del otro, o porque hayamos descubierto los cimientos definitivos. Pero el avance de la filosofía es el avance del hombre, y necesitamos ganarnos otra vez nuestra propia confianza.
Sobre todo para poder intuir, de alguna manera, aquellas figuras que parecen, casi por definición, esquivas e incomprensibles a ojos de la ciencia.
Y sin embargo, es la más desprestigiada e ignorada de las doctrinas. No solo no tiene el prestigio de cualquier otra ciencia, sino que cada vez tiene menos estudiosos y produce menos avances. Observamos en este mundo como el arte es reconocido, y como la ciencia avanza a pasos agigantados. Pero no oímos hablar de la filosofía.
Bien, el problema de la filosofía es en realidad simple (creo). Se trata de un problema de actitud.
Muchos ha dicho que el problema era la no utilidad de la filosofía. Y sin embargo el arte crece y se vuelve popular, siendo aun más inútil (con todo mi respeto).
No, es un problema de actitud. De la manera en la que desarrollamos la filosofía. Mientras que construimos la ciencia de manera "convergente", la filosofía se trabaja de forma "divergente". Me explico.
Cuando en ciencia alguien quiere realizar un estudio sobre un tema, primero se informa de los descubrimientos pasados relativos a la materia. Busca una zona "libre", donde no se haya estudiado, o donde el estudio sea poco relevante o de dudosa validez, y trabaja en ese fragmento, desarrollando su nueva teoría. Trabaja en base a lo que hicieron otros, con la confianza de que sus estudios eran correctos. Y como siempre hay alguien revisando también estos estudios, se tiene una base sólida sobre la que construir sólidamente.
Se avanza.
En filosofía, lamentablemente, la metodología es radicalmente distinta. Estudiamos la filosofía centrados, siempre, en las diferencias entre las filosofías de distintos autores. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, extrapolamos este sistema también a la creación, y aquí tenemos el anunciado problema.
Encontramos el orgullo en hacer una filosofía distinta, diferente y opuesta a la de otro, en vez de basarnos en sus ideas o revisarlas. Creamos teorías divergentes y contradictorias con lo ya establecido. Construimos nuevos cimientos constantemente, y en pocas ocasiones avanzamos sobre los cimientos ya existentes.
No avanzamos.
No sé si hay esperanza, si podemos cambiar esto. Confiar en las teorías de otra persona, cuando no tenemos pruebas de que sean correctas (porque no tiene sentido que las haya, por otra parte) es complicado. Pero lo que está matando a la filosofía, en mi humilde opinión, es el hecho de tener que redescubrir siempre todo por nosotros mismos. De no tener un abc que mostrar a la gente, una base sobre la que edificar el gran conocimiento del ser humano, sobre la que preguntarnos y respondernos, sobre la que avanzar.
Espero que algún día esto cambie. Sea porque cambiemos de actitud, y empecemos a apreciar más las ideas del otro, o porque hayamos descubierto los cimientos definitivos. Pero el avance de la filosofía es el avance del hombre, y necesitamos ganarnos otra vez nuestra propia confianza.
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